10 x 7 cm. de verde militar. Hojas y más hojas, plastificadas.
Números, datos, nombres y direcciones. Cómo si la vida fuera eso. Cómo si la muerte fuera no poseerlo. Indocumentado es sinónimo de “delincuente, de turbio personaje por estos tiempos”. Ignorancia en masa del pueblo que piense así. También existe el que intenta reflexionar por y para sí, llegando muchas veces a la no tan notable conclusión, de que “construcciones sociales son las que guían millones de almas al matadero”. Y que el hecho de no poseer un documento (por la razón que sea), nada tiene que ver con la bondad, dignidad, o maldad de las personas. Tampoco es la herencia genética (sépase).
Situaciones sociales de violencia y exclusión, cultural, económica, y mil etcéteras. Y sino que se justifiquen esas señoras refinadas de “tegobi hitleriano”, cuando ven por TV un protagonista que confiesa tener a su madre y hermanos perdidos por “el Paco”, mientras relata que no tiene un mullido sofá de terciopelo, sino que su living se compone de escalinatas públicas y su dormitorio siempre diferente es algún porche de un edificio ocasional. Atérmicos inviernos hasta donde los huesos aguanten, o la sangre se hiele.
Este es otro tipo de “documento”, el cruel y real. De cartones que sirven cómo motor de mini economías soslayadas, pero también que auspician de frazadas por la noche. No de pasaportes o visas para ingresar a tal o cual país, sino de hambre que es universal.
Por Agustín D´Alessandro
jueves, 29 de julio de 2010
viernes, 23 de julio de 2010
Pienso (alguna vez existiré)
Anoche cerca de las 22 hs, mientras charlaba con mi viejo observaba un documental sobre la Alemania Nazi (así cómo a la pasada nomás), y entre desvíos constantes de mi mente y planteos cómo –no hay una mierda para mirar en la tele, eh- me pregunté sin saberlo hasta hoy, ¿si el infierno tendrá diferentes compartimentos para este tipo de personajes cómo Hitler, Videla, y cuanto asesino en masa exista, haya existido y existirá hasta el “Juicio final”. Inmediatamente me enervo interiormente y otra pregunta emerge de algún hueco del cráneo (ahí me digo satisfecho, -viste que todavía pensás algo-, y la comparación con Bukowsky me da asco y bajo humano). ¿En qué creo realmente? Teniendo en cuenta el prejuicio de mi primer reflexión, algún granito de catolicismo aún ronda al menos en ideas. Intento curiosear en otras religiones pero la ignorancia sobre estas, más que el mínimo conocimiento de vestimentas, probables rituales, y locales comerciales devenidos en templos por mi barrio, cierran una nueva puerta de conocimiento celestial.
M/e/c/á/n/i/c/a/s - r/e/l/i/g/i/o/n/e/s no cuadran en mí por el momento. Entonces me inclino por representar en un teatro ficticio a la madre naturaleza, me dejo llevar siendo protagonista y voy creando ese submundo, me siento un Dios. Yo soy todos, y todos me aman, me percibo siendo viento, sobrevuelo el mar que también soy, los animales, un pájaro que también es yo, me mira y refleja cómo en un laberinto inmortal mi rostro. La incertidumbre me corrompe, miles de mí, aquí, allá, más allí. No me soporto. Quiero descomponerme en mil pedazos cómo un reloj de arena que estalla al cumplir su rol. Y la cárcel de ese tiempo roto me encauza, camino con pasos suaves, acompasados, derecha e izquierda. Puajjj!!! Ese es un paso militar, vomito mi auto-odio. La cabeza se me parte, algún día continuaré (me conformo). -Los métodos de Hitler los usan los medios para controlar-, exclamo, -má si, me voy a ver el noticioso-.
Por Agustín D´Alessandro
M/e/c/á/n/i/c/a/s - r/e/l/i/g/i/o/n/e/s no cuadran en mí por el momento. Entonces me inclino por representar en un teatro ficticio a la madre naturaleza, me dejo llevar siendo protagonista y voy creando ese submundo, me siento un Dios. Yo soy todos, y todos me aman, me percibo siendo viento, sobrevuelo el mar que también soy, los animales, un pájaro que también es yo, me mira y refleja cómo en un laberinto inmortal mi rostro. La incertidumbre me corrompe, miles de mí, aquí, allá, más allí. No me soporto. Quiero descomponerme en mil pedazos cómo un reloj de arena que estalla al cumplir su rol. Y la cárcel de ese tiempo roto me encauza, camino con pasos suaves, acompasados, derecha e izquierda. Puajjj!!! Ese es un paso militar, vomito mi auto-odio. La cabeza se me parte, algún día continuaré (me conformo). -Los métodos de Hitler los usan los medios para controlar-, exclamo, -má si, me voy a ver el noticioso-.
Por Agustín D´Alessandro
sábado, 10 de julio de 2010
Código Humano
Ahí van los pájaros, mientras inerte en mi posición de terrestre quejumbroso, observo la bandada cortando perpendicularmente la línea del horizonte.
“Ahí va la libertad” me digo, si es que existe, aunque pensándolo bien tal vez una furtiva bala los alcance en ese vuelo de búsqueda infinita, y sus almitas se eleven o desciendan, quién sabe.
Ahí va la gente, caminando por cualquier calle, tan diferente pero igual en sus formas, con pasos cansinos, el seño fruncido. Con la amistad de Narciso.
Recorro alguna ciudad, y recorro los comercios del futuro. Una reza “30 % de liquidación en prejuicios hasta agotar stock”, dos cuadras más lejos un eximio edificio expone en su fachada “Envidia al por mayor (distribución por todo el territorio continental)”.
Minutos después en un viejo edificio arroz volando cómo aquellas aves, por millares, libre. La flamante pareja sale del registro civil, nadie repara en su condición sexual, sí en su sonrisa de amor auténtico, perpetuo cómo el vuelo de los pájaros.
Agustín D´Alessandro
“Ahí va la libertad” me digo, si es que existe, aunque pensándolo bien tal vez una furtiva bala los alcance en ese vuelo de búsqueda infinita, y sus almitas se eleven o desciendan, quién sabe.
Ahí va la gente, caminando por cualquier calle, tan diferente pero igual en sus formas, con pasos cansinos, el seño fruncido. Con la amistad de Narciso.
Recorro alguna ciudad, y recorro los comercios del futuro. Una reza “30 % de liquidación en prejuicios hasta agotar stock”, dos cuadras más lejos un eximio edificio expone en su fachada “Envidia al por mayor (distribución por todo el territorio continental)”.
Minutos después en un viejo edificio arroz volando cómo aquellas aves, por millares, libre. La flamante pareja sale del registro civil, nadie repara en su condición sexual, sí en su sonrisa de amor auténtico, perpetuo cómo el vuelo de los pájaros.
Agustín D´Alessandro
martes, 15 de junio de 2010
Tengo una duda (y no es la podonga)
¿La realidad será la quimera de algún DIOS?, o algún DIOS existirá en esa irrealidad que algunos llaman FÉ? Por otro lado, ¿la FÉ existirá realmente cómo institución formada por el espíritu, o será acaso un negocio de antaño que transita almas infortunadas negociando terrenitos futuros a pasitos de la luna?
¿Será cierto que en la luna se venden lotes y excursiones cómo safaris por África, o todo es una obrita de teatro del “Imperio de los mandarines”?
¿Yo seré un ente individual que opino por migo/mismo, o tendré instalado un chip por los opositores de todo “orden establecido”.
De nada estoy seguro, lo único que puedo distinguir entre la niebla de la mañana, es que en mi sistémico reloj son sistemáticamente las 9:25 de la mañana, y es junio.
Por Agustín D´Alessandro
¿Será cierto que en la luna se venden lotes y excursiones cómo safaris por África, o todo es una obrita de teatro del “Imperio de los mandarines”?
¿Yo seré un ente individual que opino por migo/mismo, o tendré instalado un chip por los opositores de todo “orden establecido”.
De nada estoy seguro, lo único que puedo distinguir entre la niebla de la mañana, es que en mi sistémico reloj son sistemáticamente las 9:25 de la mañana, y es junio.
Por Agustín D´Alessandro
miércoles, 9 de junio de 2010
In Situ
“La felicidad es también una elección”, me dice algún yo interior. Y la cita me invita a pensar. Entonces intento mantener un diálogo con esa parte de mí, pero no la hallo, escarbo en mis adentros. Intento imaginar mi interior, plagado de vísceras, conductos, y pequeñas espiritualidades, que conforman a mi entender (léase, la imaginación de un niño), algún universo intangible. Cómo una caverna oscura, infranqueable. Que sólo emana de tanto en tanto frases salidas desde un dios, carnalmente mío, que intenta guiarme con frases sueltas, desconcertantes, transformadoras.
Me acuesto y hago un repaso de mi vida en milésimas de milésimas de centésimas de segundo. Momentos tristes, verdaderos, felices, creados. Y el "racconto" se torna vital.
El precipicio y el edén, blanco o negro (y un poco de gris). Intento escaparme a otra realidad menos pretenciosa, y me dejo llevar por el mar de reflexiones, navego feliz impregnado de ideas. Brotando entre palabras y rostros, vagando por aguas turbiamente bellas, hasta que la representación del “final” me lleva a ese interminable “triángulo de las bermudas”, mi propio límite. Entonces emerjo de ese letargo, refriego mis ojos me levanto. Y disfruto de ver una vez ese mundo que a veces maldigo, de tener seres queridos y querientes que más de una vez intento cambiar, de comer ese pan caliente, y beber ese vino, de caminar esas calles, y de sentir ese viento incasable, de tratar a pesar de enfurecerme mil veces, de no hacerlo nunca más. Posiblemente sean comportamientos naturalizados a través de los años, y me enoja repetirlos, pero también de una cosa estoy seguro, que cada día y con la luz del “astro rey” cómo testigo, una elección asumo, tratar de ser feliz.
Por Agustín D´Alessandro
Me acuesto y hago un repaso de mi vida en milésimas de milésimas de centésimas de segundo. Momentos tristes, verdaderos, felices, creados. Y el "racconto" se torna vital.
El precipicio y el edén, blanco o negro (y un poco de gris). Intento escaparme a otra realidad menos pretenciosa, y me dejo llevar por el mar de reflexiones, navego feliz impregnado de ideas. Brotando entre palabras y rostros, vagando por aguas turbiamente bellas, hasta que la representación del “final” me lleva a ese interminable “triángulo de las bermudas”, mi propio límite. Entonces emerjo de ese letargo, refriego mis ojos me levanto. Y disfruto de ver una vez ese mundo que a veces maldigo, de tener seres queridos y querientes que más de una vez intento cambiar, de comer ese pan caliente, y beber ese vino, de caminar esas calles, y de sentir ese viento incasable, de tratar a pesar de enfurecerme mil veces, de no hacerlo nunca más. Posiblemente sean comportamientos naturalizados a través de los años, y me enoja repetirlos, pero también de una cosa estoy seguro, que cada día y con la luz del “astro rey” cómo testigo, una elección asumo, tratar de ser feliz.
Por Agustín D´Alessandro
miércoles, 26 de mayo de 2010
Visentenario
200 es el número, se escucha en el país. No son los goles de Palermo ni la edad de Mirtha Legrand, ampliamente superada la cifra en ambos casos. Sino que esta gran cantidad de días es lo que ha acontecido, para que al fin seamos libres (¿lo somos?).
Miles de luchas, protestas, y “autopistas de sangre” debieron pasar, gente y también personas, además de amores y odios. Para al menos comenzar a forjar una pequeña identidad.
Abuelos europeos huyendo de crisis, y aborígenes terrenales escapando al militar, insaciable bestia sedienta de imperio maldito. Y el mestizaje, y nuestros padres, y nosotros.
La frente alta de soldados e individuos orgullosos de ser, limpios de tierra verde, de montañas y mares “nuevos”, de pueblos que se crearon, paulatinos, de campo labrado, de sudor y de esclavitud negra, (gris y blanca).
Sociedades que transportaron lo bueno y lo malo del viejo continente. La organización y el caos, la inteligencia y la ignorancia provocada.
La civilización!!!, y la varvarie. -Perdón zi akí comienso a tenblar, ez ke la anguztia me roe la garganta, y me rezuena por las “benas aviertas”. Lo ke paza, pa ke ze entienda. Ez ke el zozlayo me dejo ái, a la bera del camino trasado con mi lomo y el de mis conpadres. Y los edifizios de los goviernos, los icimos nozotros, ladriyo a ladriyo. Io, i mis antepasáus, los povres. Y el zalmónn que come mi patrón, lo pescan mis amigos ayá en el mar. (¿deve zer grande eza laguna no?). Laz unicas vezes ke viage fue por los cuentos de “Doña Soledad”, mi patrona. Ez por ezo, ke io, cuando avlan del vicentenario, y escucho los mensages de festejo por la radio y ezaz cozaz, no entiendo mucho la fiesta nasional y todo ezo. I lavandera ke conosco, la unika, es mi muger.
Miles de luchas, protestas, y “autopistas de sangre” debieron pasar, gente y también personas, además de amores y odios. Para al menos comenzar a forjar una pequeña identidad.
Abuelos europeos huyendo de crisis, y aborígenes terrenales escapando al militar, insaciable bestia sedienta de imperio maldito. Y el mestizaje, y nuestros padres, y nosotros.
La frente alta de soldados e individuos orgullosos de ser, limpios de tierra verde, de montañas y mares “nuevos”, de pueblos que se crearon, paulatinos, de campo labrado, de sudor y de esclavitud negra, (gris y blanca).
Sociedades que transportaron lo bueno y lo malo del viejo continente. La organización y el caos, la inteligencia y la ignorancia provocada.
La civilización!!!, y la varvarie. -Perdón zi akí comienso a tenblar, ez ke la anguztia me roe la garganta, y me rezuena por las “benas aviertas”. Lo ke paza, pa ke ze entienda. Ez ke el zozlayo me dejo ái, a la bera del camino trasado con mi lomo y el de mis conpadres. Y los edifizios de los goviernos, los icimos nozotros, ladriyo a ladriyo. Io, i mis antepasáus, los povres. Y el zalmónn que come mi patrón, lo pescan mis amigos ayá en el mar. (¿deve zer grande eza laguna no?). Laz unicas vezes ke viage fue por los cuentos de “Doña Soledad”, mi patrona. Ez por ezo, ke io, cuando avlan del vicentenario, y escucho los mensages de festejo por la radio y ezaz cozaz, no entiendo mucho la fiesta nasional y todo ezo. I lavandera ke conosco, la unika, es mi muger.
lunes, 22 de marzo de 2010
1976*
La sombra inicua de tortura y violación,
se prolonga inerte aclamando al nuevo sol.
Las voces de 30.000 no callan con el viento,
Sobrevuelan las almas buscando su derrotero.
El infierno y el humo no se encuentran en el cielo,
pernoctan en la tierra tras de rostros sin velo.
Las ideas “compañeras” no se queman con fuego,
Transmigran por los cuerpos alimentando su ego.
La sangre asesina no se diluye en océanos,
vaga libre por los ríos férvidos del recuerdo.
Los desaparecidos no habitan el cementerio,
permanecen intactos, protagonistas de este cuento.
*A la memoria de Carlos Labolita y todos los desaparecidos, y a mi tía Gladis por su lucha perpetua.
Por Agustín D´Alessandro
se prolonga inerte aclamando al nuevo sol.
Las voces de 30.000 no callan con el viento,
Sobrevuelan las almas buscando su derrotero.
El infierno y el humo no se encuentran en el cielo,
pernoctan en la tierra tras de rostros sin velo.
Las ideas “compañeras” no se queman con fuego,
Transmigran por los cuerpos alimentando su ego.
La sangre asesina no se diluye en océanos,
vaga libre por los ríos férvidos del recuerdo.
Los desaparecidos no habitan el cementerio,
permanecen intactos, protagonistas de este cuento.
*A la memoria de Carlos Labolita y todos los desaparecidos, y a mi tía Gladis por su lucha perpetua.
Por Agustín D´Alessandro
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