martes, 24 de agosto de 2010

Realidad Ficcional

La tenue luz del velador lo acompaña en su soledad muerta mientras escribe hasta desgarrar las páginas con su pluma. El protagonista entre las hojas despedazadas cobra vida, sale del cuento y el autor ya no sabe bien quién es. Escapando como un duende tras el escritorio el personaje principal de la obra prepara la embestida. –Ya no te pertenezco mediocre narrador, esta vez tu pluma superó lo que eres y así prevalecí a tu imaginación-.
Nervioso el autor cree haberse vuelto loco, va hacia el jardín mira el mismo cielo que ayer y eso lo tranquiliza un instante. Retoma metódicamente el camino hacia la biblioteca paso tras paso, con la mirada perdida entre las amapolas y los ladrillos raídos del cuarto de atrás.
Al entrar, el pequeño protagonista lo observa de soslayo reposando entre un Manual Santillana de 7mo grado, y lo interroga -¿Qué ocurre escriba de cotillón, tienes miedo o piensas que esto es simplemente un sueño?-. Mientras el punzón como un misil ruso teledirigido destroza el cráneo del humano. Risotadas de pequeño diablillo, y el capítulo que se cierra.


Por Agustín D´Alessandro

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