martes, 1 de noviembre de 2011

Ego

Un lugar redondo, sin principio ni final.
Encuéntrome en los pensamientos que pensé hace un rato.
Encerrado en el círculo imaginario, el tiempo no existe (y soy feliz).
Voy y vengo, vengo y vuelvo a ir, curvado.
Sólo presente. No tienen lugar, futuro ni pasado.
Me recluyo más y más en reflexiones acompasadas.
Y muero, como mueren las ideas desamparadas, solas.


Por Agustín D´Alessandro

jueves, 6 de octubre de 2011

Perspectiva esperanzadora

En esa mañana gris él, levantóse extrañamente feliz, un sueño pensó, o tal vez la vida (y el sueño mismo), no era(n) más que la representación de la vigilia de otro sueño que es existir. Pero qué importa divagar en terruños desconocidos si, después de tantos años perdidos en la inconsciencia televisiva, esa mañana se despertaba inmensa y extrañamente feliz.
Se calzó el sol al hombro, abrió el ventiluz que daba a su espalda y con un tenue sonido gutural primero, después gritó” asciendo el amor, lo trepo como al árbol de la vida, lo desmenuzo de a caricias suaves y firmes y bebo su savia verde para morir en él, esperanzado de que el infierno sea amor del desamor de un Dios justiciero.


Por Agustín D´Alessandro

miércoles, 10 de agosto de 2011

Finis

Decidió que ese día era para él, lo pasaría solo.
Primero desayunaría en algún bar poco concurrido de las afueras; dos medialunas dulces y un café con leche en jarro.
Más luego recorrería las librerías de la ciudad capital (en la que vivía), en busca de novelas o cuentos sobre hombres solitarios.
Visitaría el mercado para adquirir unos pocos menesteres.
Caminaría por plazas y parques observando la grandeza de los más pequeños abocados a la tarea primera del aprendizaje, lo lúdico. Y repararía en las miradas y los besos de las flamantes parejas.
Antes de volver a casa, visitaría el almacén del barrio contiguo al suyo donde compraría aquel cuchillo de fino metal brilloso.
Ya en la cocina de su residencia, prepararía la ensalada con verduras frescas y disfrutaría como nunca lo que ya sin dudas sería su última cena.


Por Agustín D´Alessandro

sábado, 16 de julio de 2011

Mater

Volátil como el sol del sueño aquel.
Perfecta y palpable como la mirada del niño feliz,
Así estabas esa madrugada debatiéndote entre la vida y la vida.
Yo nunca fui de regirte (pensé), siquiera de confesarme.
Partiste hacia el corazón que te sitiará por el resto de las noches.
Más nunca podré saber que sentías, ni lo exijo, porque permaneces…


Por Agustín D´Alessandro

viernes, 27 de mayo de 2011

Despertar

Y en ese instante el pensamiento que todo lo contamina, se desvanece, temporal.
Una parte de la vida (la más pequeña), se va por los recuerdos de la inexistencia, y brota la otra porción, la verdadera.
Ahí está la fiesta, con guirnaldas de cristal acuoso y helado, con el piar de pájaros y, los rayos invasores de un sol prematuro a pesar del frío otoño de mayo. Lo ocurrido segundos antes (o nunca), permanece ahí para siempre, en una infra-conciencia.
Uno se refriega los ojos sin saber bien para donde agarrar, mira el techo para convencerse de que algo existe, y revive.
Fecundado en la noche anterior por su misma reflexión, nace otra vez sin más ánimo ni obligación, que levantarse.




Por Agustín D´Alessandro

lunes, 11 de abril de 2011

Desvelo otoñal

Necesito saberme vivo para dejar de vagar ermitaño, por los mares de la incertidumbre.
Necesito estrellarme (los ojos entrecerrados) con el tapial desierto del tiempo, para advertir que existo en un ahora.
Necesito sentir la caricia de tu mano inquisidora para comprobar que blasfemo al igual que el viento, desgarrando las hojas muertas en esta madrugada de 6 de abril.
Necesito conversar con Dios para no asumirme tan solo ante la estrella azul que me abduce.
Necesito el recuerdo de tu voz magnífica para empotrarme ante el destino, erecto y reflexivo.
Necesito necesitarte para sufrir jubilosamente en el amor, que nada necesita.


Por Agustín D ´Alessandro.

martes, 1 de marzo de 2011

Espectral

Me mira, sé que me mira.
Magnífica y sórdida me observa desde el otro lado.
Intento un suave movimiento y lo imita,
peregrinamente recorre cronológico el balanceo de mi brazo.
Inmensa se vuelve cuanto mas me alejo y al acercarme somos uno.
Sin rostro, sin muecas me responde desde el muro oscura y animada.
Me persigue con ojos que no pueden ver (conjeturo).
Yo a su vez, la recorro con mi pensamiento.
Me entristece saberme su creador y asesino,
Tan colosal y de pronto etérea.
Millones de lágrimas refulgen en mi estatua,
Y una vez más parte sin poder yo evitarlo.



Por Agustín D´Alessandro

jueves, 3 de febrero de 2011

Desvelo Estival

Algunas noches como esta cientos de voces invaden mi vigilia.
Unas simplemente rondan mi existencia. Otras, creo ver, emergen de las paredes del cuarto en el que estoy solo. Felizmente solo.
Comprendo que no vienen a invadir esta tranquilidad que siento. Incluso cuando al unísono el coro de voces disímiles se aplaca mágicamente para manifestarse en el silencio, que no es otra forma más del sonido, así como el ruido también lo es.
Hoy imaginé que Jesús me visitaba en sueños y me convidaba con la “gracia divina”.
Embelesado, luego del éxtasis propio de la aparición fantástica (y egoístamente creada por y para mí), sentí pena por el peregrino. Justamente por su condición de espíritu sentado a la derecha de su padre, sedentario y triste.
Me permití recordar a través de las representaciones pictóricas eclesiásticas sus eternas caminatas ancestrales y comprendí que hoy probablemente el mismísimo Mesías había perdido sus recuerdos de humano. Que a pesar de esforzarse en rememorar aquellas andanzas en busca de la paz y la igualdad y al encontrarse incorpóreo, siquiera su condición de hijo de un creador permitiera poder volver a trasmutarlo hombre.
Sospeché que aquel barro recorrido por años junto a los que intentaban llegar a la vida eterna, ya no podía ser palpado por sus pies ni remotamente en una fotografía de su alma.
Decidí confesarle que acá en la tierra no se vive tan mal como se informa o se cree en otro mundos, incluso muchas veces en este mismo (no lo sé).
Que algunos la pasan muy mal es verdad. Mueren de hambre y de muerte también. Pero la sinceridad me dicta que no encuentro mas culpa que la (in) humana.
Que ningún cielo me resulta aterrador pero tampoco me seduce el infierno. En algún punto son lo mismo, blasfemo. Posiciones extremas que nos ponen de un lado y del otro.
Y concluyo este soliloquio interno con-migo mismo (supongo), testificando que yo soy ese pequeño grano de arena, que subsiste en la eterna lucha contra el tiempo y busca el amor en el otro.
De eso se trata pues, de unir cada vez más de esos millares de migajas para llegar a ser montaña que perdure inmaculada los designios de nadie…




Por Agsutín D ´Alessandro

lunes, 31 de enero de 2011

"Vivir sólo cuesta vida"

Es que uno a veces se da cuenta que no necesita nada de lo que le imponen.
Sucede que llega a un lugar, mira el cielo y las montañas coloridas y simplemente es feliz. En la inmensidad.
Ocurre en ese momento asombroso, sentirse con ganas de abrazar a todos, con la obligación de no pelear con nadie.
Acontece que los más bellos sentimientos se mezclan en una ensalada de buenas intenciones.
Sobrevienen las risas por nada (o todo según como se tome). El aire que roza los rostros es la caricia de los todopoderosos que tal vez existan, ahí.
Uno, estanca el tiempo impuesto por las agendas r/u/t/i/n/a/r/i/a/m/e/n/t/e-r/e/p/e/t/i/d/a/s
Pienso en mi mamá que es ángel, como lo son “Male” y “Marti”. Unos acá y otros que estuvieron. (y siempre estarán).
Y se eterniza la simbólica reflexión de intentar disfrutar un poco de la vida, de vivir, vio.



Por Agustín D ´Alessandro

lunes, 3 de enero de 2011

Id solis exitus cras *

Mañana desperté soñando que ya no se celebraban los holocaustos,
Y pernoctando en un lecho de cielo, se ponían de moda los abrazos
Mañana desperté creyendo que los asesinos (al fin) serían juzgados,
Y que el diálogo y “la historia” nos volvían más humanos.
Mañana desperté cavilando en amores matados,
Y tras el alba retornaban con mi corazón en su mano.
Mañana desperté imaginando un mundo cambiado,
Ahí nomás me recosté para seguir soñando.

* El sol saldrá mañana.

Por Agustín D ´Alessandro

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